SABER DE CIENCIAS

DIAGNOSTICO PARASITOLOGICO. GENERALIDADES

El diagnóstico  parasitológico se inicia cuando el médico considera que las manifestaciones clínicas que presenta un paciente, pueden deberse a una parasitosis y, para su confirmación, le indica la realización de un examen parasitológico.

 

Para lograr un resultado certero, existen elementos que orientaran la búsqueda al microbiólogo, y que están relacionados con los antecedentes epidemiológicos y clínicos del paciente.

  • Antecedentes epidemiológicos: lugar de residencia, procedencia, características de la vivienda, provisión de agua, tratamiento y eliminación de excretas, presencia de animales domésticos, realización de viajes, antecedentes maternos, etc. Estos datos serán de ayuda para considerar qué tipo de parásitos pueden estar involucrados.
  • Antecedentes clínicos: aunque en las parasitosis existe un amplio polimorfismo clínico, se dan una serie de signos y síntomas que pueden ser asociados y caracterizan a las diferentes entidades parasitarias. Será de utilidad conocer talla, peso, edad, enfermedad de base y la presencia o no de: diarrea, tipo y evolución, prurito anal, anorexia, decaimiento, vómitos, alteraciones del comportamiento, afecciones respiratorias, cuadros febriles, hepatoesplenomegalia, adenopatías, etc.

Estos datos, unidos al antecedente epidemiológico brindarán información para el diagnóstico presuntivo y nos permitirá conocer qué tipo de muestra será la más adecuada y representativa y qué metodología se deberá aplicar para alcanzar el diagnóstico de certeza.
En relación a las enteroparasitosis el hombre actúa en general como huésped definitivo albergando los estadios parasitarios adultos con la consecuente eliminación de elementos infectantes o potencialmente infectantes (huevos, larvas o quistes). El reconocimiento de éstos servirá en la mayoría de los casos para alcanzar el diagnóstico.
Los parásitos cuyo hábitat son los tejidos, incluyendo la sangre, producen una sintomatología más florida, consecuencia de diferentes acciones directas, como destrucción de parénquimas, atrofias, hiperplasias, así como indirectas mediadas por mecanismos inmunológicos. Además la respuesta inmune del huésped ante el estímulo de los antígenos parasitarios conduce  la producción de anticuerpos que pueden ser detectados con fines diagnósticos.

Modificaciones hematológicas que pueden causar las parasitosis

Los parásitos intestinales como las uncinarias y los tricocéfalos, por su acción expoliatriz, pueden causar anemia si la carga parasitaria es considerable.
Las helmintiasis cursan con eosinofilia periférica, cuando en regla general los protozoarios no la ocasionan. La hipereosinofilia variará en función del tiempo, de la carga parasitaria, del tipo de parásito y de la susceptibilidad del huésped. Son muy importantes durante la migración larvaria. La eosinofilia transitoria, a veces recurrente y ocasionalmente persistente, es el resultado de una reacción inmunológica de defensa que no es más que el producto de la interrelación entre distintas poblaciones celulares para la lucha contra un parásito circulante. En tratamiento específico contra estadios larvarios tisulares, con antiparasitarios que se absorben, provoca un brusco aumento de la eosinofilia que no debe interpretarse como una reacción alérgica al medicamento, sino como exacerbación de la repuesta inmune contra antígenos parasitarios dada la mayor oferta que produce la destrucción de las larvas.